lunes, 30 de mayo de 2011

CARLOS ORDENES PINCHEIRA "HERMANAS" POETA CHILENO






HERMANAS







a Teresa y Alicia







He regresado.

Envueltos en llamas



los planetas perdieron su sonido, murieron



anónimos



entre estupores y abismos. Nadie compartió conmigo



la vendimia de los crepúsculos.



En vano mi voz en el viento



buscó un latir, cierta sinfonía en la noche derramada



en tibias cadencias. Las puertas de todos los días



se cerraban ante mis harapos.



Desdeñó la flor mi pasar: adentro de una nube el cielo cabalgaba



más allá del horizonte



para que mis ojos se quebraran como cristales helados.







Ciego ya, enfermo de trizaduras, selladas fueron las ventanas.



Y tras un derrumbe



de alas y sueños,



me vi sumergido en arena y fuego, sin tener



donde tirar



las últimas partículas de un dios derrotado por monjes de piedra.







Es inútil que espere en las esquinas alguna dádiva celeste.



Se apagaron cánticos,






gallos no entrelazan en la oscuridad su presencia.



Viajero que retorna a la raíz,



quiero ser un puñado de niebla tenue,



no correr tras un cuerpo de aire envilecido...







Bestias disputan mis últimos reflejos.



Dentro de mi pecho hay un funeral al que solo asistirán roedores.













Soy aquel niño que vosotras acariciasteis con manos profundas,



adolescente abandonado en la escarcha,



hombre vestido de fracasos



que persistía barajando ilusiones y entornos imposibles.







Ahora soy solo un harapo que dice adiós desde un alambre.







El frío es mi sudario permanente.



Estas manos sangran agónicas quimeras.



Abrid la puerta a este último canto, hermanas, dadme un rincón



para que esta pena de ser en un río de serpientes se haga leve.



No os vayáis antes.



Que vuestras manos bajen mis párpados para saberme galardonado...







Carlos Ordenes Pincheira







de “El cielo sobre los árboles tiembla”1957





miércoles, 4 de mayo de 2011

MIGUEL ANGEL ZEPEDA "UN GORRION EN LA CASA DE LOS ONCE PATIOS"


UN GORRION EN LA CASA  DE LOS ONCE  PATIOS

Insisto en que deberías huir volando por el patio de los geranios
sin mirar el cielo de las rosas.
 Luego podrías escribir algo en el patio de Homero,
y buscar algún amor en el patio de la Pasión.
Detente en el patio de Virgilio,
 y mira como la trémula luz del agua
en un jarrón de barro reverbera la luna
que se eleva con tus alas por este cielo.
Recuerda que bajando el callejón te dije:
mejor es que te vayas a volar con las garzas del lago de Pátzcuaro
o acabarás tendido en el patio de los Callados
 Cerraste tus alas llenas de frío
mientras tu vendedor, desde su jaula negra,
trataba de convencerme para que te llevara a mi patio lleno de pinos
- ahí donde el espíritu se extravía en la ociosidad
- sin saber que tú eres el maestro del presagio,
el que nunca cesa de pensar.
*
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