viernes, 12 de junio de 2009

ELIANA NAVARRO







En mi trabajo

Hace ya tantos años
que camino estos pasos
que combino estos signos
que escucho estas palabras.
Entro todos los días
en este gran recinto de mármoles silentes,
silente yo también.
Cruzo grandes umbrales agobiados de historia
con mi pequeña historia transparente.
A veces, luminosa,
en medio del silencio,
resuena una canción,
una canción que nace de mi alma.
Los segadores vuelven los campos y cantan,
envueltos en la luz del sol poniente.
Si colocas tu mano sobre mi corazón,
oirías tal vez ese loco tumulto
de voces y de imágenes que nunca conociste,
esa antigua canción
que ahora nace y resuena en este ámbito oscuro.
Es que todos llevamos las visiones amadas.
¿Y cuáles son las tuyas,
las de los otros,
de los que cruzan todas las mañanas
estas puertas solemnes?
Si un día esas visiones se animaran.
Si recobraran vida
.¡qué escenario lleno de colorido,
qué algarabía sería este recinto!
Acaso estoy diciendo palabras sin sentido
frente a estos fríos mármoles antiguos.
Sólo quiero expresar que una angustia indecibleme
invade cuando subo sus altas escaleras,
como si muchas voces presas en el silencio
resonaran de pronto, inundaran mi ser
y quisieran hablar por mis palabras.
Como si muchos pasos amados,admirados,confundidos
entre ellos los adorados pasos de mi padre,
tocaran levemente las escalas
con un rumor de secreta presencia,de vida rezagada.
por eso te pregunto:
¿Oyes esa canción?
¿Escuchas esos pasos?
Hace ya muchos años,
una vez los sentí,
pasos tenues, levísimos,en la hojarasca húmeda,
¿Escuchas esos pasos?
Tú no respondes nada.
Entonces yo te ruego, casi desesperada,
abrázame muy fuerte
para que retrocedan los pasos de la muerte.


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